Después de engañar al electorado que quiso que lo engañaran, el gobierno se ha propuesto arrasar allí por donde pasa. Se ha convertido en una verdadera pesadilla para el ciudadano que ve como este, a través de los mecanismos coercitivos del Estado, se mete en la vida más íntima y privada de las personas. Ahora, a través de la DGT y la iluminada de su directora, María Seguí, pretenden imponer a los ciclistas una manera de vestir. Para doblegarnos, la directora de la DGT se ha encargado primero de eliminar, no publicar u obviar todos aquellos estudios, datos y técnicos que dentro de la propia DGT no avalan sus tesis. Tras ello, se ha dedicado a la demagogia y propaganda utilizando datos sesgados, mezclando accidentabilidad ciclista con motorista, utilizando estadísticas de víctimas en las que se mezclan ciclistas con otros usuarios de la vía para así abultar y dar sensación de alarma social y finalmente ha escenificado con su particular “vestimenta de ciclista DGT” que es lo que espera de nosotros sus súbditos, un poco tontos y a la vez un poco niños irresponsables.
Sin embargo, las estadísticas de la propia DGT que su directora nunca utiliza, nos dicen que en España mueren 2 personas al año por no llevar casco en ciudad, muchísimas menos que las que se producen entre ciclistas de carretera (donde es obligatorio) o las ahogadas en una semana de este verano en playas y piscinas. No son ni el 0’001% de los usuarios de la bici en ciudad. Los que llevamos 30 años desplazándonos todos los días en bicicleta sabemos que lo que nos propone es una auténtica tomadura de pelo y nunca mejor dicho.
La indumentaria oficial de la DGT no la lleva nadie en Europa. Sólo la han adoptado algunos ciclistas en España aleccionados por la propaganda oficial, novatos en el uso de la bici por ciudad o que provienen del ciclismo deportivo y que lo llevan incorporado como uniforme. La DGT de este gobierno lo que pretende es quitarse problemas desincentivando el uso de la bici. Muerto el perro, se acabó la rabia. En los dos únicos países del mundo donde se obliga el casco el uso de la bici descendió entre un 30 y un 40% y eso lo saben.
El casco y ahora además el chaleco reflectante son el banderín de enganche con que el gobierno pretende desincentivar el uso de la bici para no perjudicar los intereses del sector del automóvil, del mismo modo que el canon por la autogeneración de electricidad pretende acabar con el desarrollo de las energías renovables y así no interferir en los intereses de los oligopolios energéticos de este país. Forma parte de la hipocresía de este grupo político que se dice defensor de la no interferencia del Estado en la economía, la libertad de empresa y la libre competencia pero que legisla ya no incentivando unos en favor de otros como hacía el anterior gobierno (ayudas a las renovables por ejemplo), sino que penaliza directamente a unas empresas o unos sectores en detrimento de otros.
Algunos ciclistas deportivos de domingo que tienen el disfraz de ciclista como una prolongación de la bici, dicen que somos unos presumidos que no nos queremos despeinar. Puede ser, la peluquería la verdad está cada vez mas cara, pero en todo caso, en la “Sociedad de la Imagen”, peluquería y vestido pesan mucho a la hora de la normalización del uso de la bici.
La obligatoriedad del casco es una medida simbólica (de opresión) que da la idea (errónea como se ha demostrado en la carretera) de que se han tomado medidas. Una imagen dicen, vale más que mil palabras y por eso tan grande el empeño por parte de la DGT de la Seguí para imponernos su particular vestimenta. Lo que ella nos propone es una vestimenta que además de incómoda y fea, es un engaño que transmite la idea de que el ciclista es el único responsable de su seguridad y que la DGT como ya ha puesto “medidas” no va a hacer nada por evitar que quienes provocan víctimas en los accidentes, los coches, sigan campando a sus anchas (lo de las calles 30 como el metro y medio que rige en carretera se quedará en nada).
Dice la DGT que ir en bici por nuestras ciudades no se puede equiparar con las de Europa (ni siquiera se va a intentar de verdad que se parezcan) y que el ciclista por tanto debe ir vestido cual gladiador a punto de enfrentarse en la ciudad-coliseo en desigual combate contra las fieras automovilísticas.
Frente a ese modelo que arrincona a la bici como demuestra el articulado del borrador de reglamento y del que el casco obligatorio es su símbolo, está el modelo europeo que defendemos, que normaliza la bici en el trafico urbano y que se visibiliza con otra imagen claramente diferente: ciudades llenas de bicis con gente vistiendo según su propio estilo y personalidad, como lo hacen en el resto de Europa o lo hacen los otros usuarios de la vía en España.
Si esta señora que se dice salvadora de patrias y ciclistas hubiera sacado esta vez si, los datos de dañados craneoencefálicos entre automovilistas y peatones, seguro que podría justificar con más razón para estos que para los ciclistas la obligatoriedad del casco y el chaleco reflectánte, pero si lo hubiera hecho no duraría ni un día en el cargo.
Antonio Llópez Moreno