Artículos de carácter crítico y constructivo
El cicloturismo es cosa de solitarios pero también de pandilla. Hay quien no necesita más que un mapa para trazar imaginarios recorridos que más tarde recorrerá con su bicicleta, y hay quien necesita que le hagan o le marquen los recorridos. El ser humano es muy gregario y este segundo caso es el más numeroso, de ahí la importancia y la popularidad que tienen las vías verdes o la puesta en marcha de rutas como el camino de Santiago, la ruta del Cid, la vía de la Plata, la vía Augusta, la red transeuropea Eurovelo…
«Tras siglos de represión, los movimientos naturistas y nudistas recobraron la idea original, la idea primigenia:
la de que la desnudez es lo más natural del mundo.
No sabemos que pasará dentro de 10 años pero mientras esté Valencia en Bici seguiremos difundiendo la idea original, la primigenia:
que el ser humano nace libre y debe seguir libre.»
Las cifras de muertos por daños en la cabeza entre los ciclistas y sobre todo las de los urbanos (4) no parecen ser cifras que representen una emergencia sanitaria, más bien están muy por debajo de la accidentabilidad ligada a la vida cotidiana (21 muertos por caídas por traspié y 156 muertos por caídas desde escaleras…). No podemos obligar a la gente a que vaya con un casco puesto desde que nace por si se cae por las escaleras, se da un traspié o se cae en bicicleta.
Con parecida vehemencia a la de la nobleza y el clero del siglo XVIII, los voceros de la cultura del automóvil y del petróleo intentan criminalidad, penalizar y difamar el auge de una nueva cultura que a lo largo de la segunda mitad de los 100 años que dura ya la propia dictadura del automóvil, se ha ido gestando al abrigo de sus contradicciones y falsos mitos*: la cultura de la bicicleta y de las ciudades habitables.
El gobierno no tiene autoridad moral para velar por la seguridad de nosotros los ciclistas, más si cabe cuando los únicos que los apoyan son instituciones que nunca se habían preocupado por nosotros y que en la mayoría de los casos tienen intereses económicos contrarios al despegue de la bici en nuestro país.
El caso más llamativo estos últimos meses es el de la Confederación Nacional de Autoescuelas (que por cierto hasta ahora nunca se habían preocupado por la seguridad ciclista) con un infumable anuncio en la contraportada del diario «El País» que pretende decir a la gente que es lo que se debe hacer para ir seguro en bicicleta y de paso tachar a quien no esté de acuerdo con sus simplistas soluciones (ponte el casco y punto) de irresponsable.
Hoy hemos visto una noticia curiosa en la prensa a la que se añadió días después otra. Curiosa no porque haya habido un accidente de coche, sino porque en la noticia quedaba esplicitado que el conductor había sufrido severas lesiones craneo-encefálicas. Por fin se reconoce que ya no somos solo los que nos desplazamos en bici, los que sufrimos lesiones en la cabeza. A raíz de este novedoso tratamiento informativo, quisiéramos reflexionar sobre la pertinencia del casco en nuestras vidas.
Para bien o para mal, en nuestra sociedad la vestimenta dice mucho de nosotros mismos, es una tarjeta de presentación que la gente tiene mucho en cuenta. Una de las razones que hace atractivo un medio de transporte sobre otros está precisamente en la libertad para vestir “conforme a la moda”. Está claro que el disfraz de ciclista deportivo, como el de automovilista deportivo, no son los más adecuados para fomentar la bici o el coche entre los usuarios urbanos, de ahí la rotunda oposición del lobby del automóvil al casco obligatorio para automovilistas a pesar de que son muchos los muertos con daños craneoencefálicos entre los automovilistas del mundo.
La DGT de María Seguí se ha propuesto vestirnos a su antojo y según sus criterios. Para ello se vale de la demagogia, el victimismo y la manipulación de datos. Su modelo de ciclismo urbano está a años luz del que prevalece en Europa y pretende mantener el status quo de dominio del automóvil en las ciudades.
Es el argumento del que se valen aquellos que nos atropellan o se matan con sus coches (2000 muertos al año), aquellos que nos envenenan con sus gases y aquellos que tienen intereses económicos en que todo siga igual y que ahora de repente se preocupan por la salud de los ciclistas. Dicen que una vida bien vale cualquier esfuerzo y que el casco es lo mejor para salvar vidas aunque sea una. El cinismo expresado en su súmmun. A aquellos que no se enteran de que va la cosa los engañan con argumentos basados en las tripas más que en el cerebro, apelan al duelo que provocan los muertos sin decir que los provocan ellos y a los que sabemos de que va la cosa nos pretenden acallar a base de multas.
Si no crees en la obligatoriedad del casco para ciclistas y quieres tener una argumentación resumida de por qué no cumplirla que te pueda servir ante la autoridad competente o ante tu vecino que no entiende por qué no quieres protegerte: copia, pega e imprime.