El próximo 25 de marzo València en Bici cumple 25 años de su fundación. Uno de los principales objetivos por el que se lleva luchando desde entonces es el de defender la bicicleta como medio habitual de transporte y herramienta fundamental para pacificar el tráfico en las ciudades. Cuantas más bicicletas haya rodando por la ciudad, más se adecuarán las velocidades del tráfico al ritmo de los pedales y será más amigable.
Si se consigue el objetivo de apaciguar el tráfico, consecuentemente obtendremos un mejor nivel de vida en las calles. Esto se debe a que habrá menos ruido y menos contaminación, y también menos riesgo para estar en ellas. ¿Y qué ocurre cuando las personas sienten comodidad estando en las calles? Que estas se llenan, se ocupan, se habitan. ¿Y no se hicieron las ciudades con el motivo de habitarlas?
Cuando las personas sientan la capacidad de disfrutar ya no las calles, si no la ciudad entera, de vivirla y compartirla, empezaremos a sentir la necesidad de recuperar el espacio que se nos arrebató y que nos permitía normalizar estas sensaciones. Lo normal es vivir la ciudad.
Imaginemos unas aceras anchas y amplias, o toda la calle, donde ver a las niñas y niños jugar y correr. Imaginemos a las personas en silla de ruedas o movilidad reducida compartiendo el espacio con personas que pasean sus carritos de bebé sin ningún problema. Imaginemos poder sentarnos en un banco de una calle a leer. Imaginemos salir a pasear y poder mantener una conversación sin que nos interrumpa el ruido de los motores. Imaginemos andar a comprar sin necesidad de salvar obstáculos en las aceras. Imaginemos zonas donde las mascotas puedan disfrutar de espacios habilitados. Imaginemos pues la ciudad que queremos y a la que no tenemos que renunciar.
Por todos los usuarios y usuarias de las bicis es sabido que existe un miedo generalizado por compartir espacio con el tráfico motorizado. Éste es a menudo hostil, y no invita a circular por la calzada. Muchas de estas personas que sienten miedo, en lugar de buscar calmar el tráfico o un transporte alternativo, deciden circular por las aceras. Invadiendo de esta forma el, muchas veces minúsculo, espacio de los viandantes.
Por este motivo, y por nuestra negativa a renunciar a la ciudad que queremos recuperar, València en Bici te propone dar un salto personal e individual, pero con la fuerza de la masa, salta de la acera a la calzada. Si este salto simbólico se realiza de forma masiva, lograremos lo que estamos buscando. Cuantas más bicis haya en las calles y no en las aceras, habrá más seguridad, menos contaminación, menos ruido, y más vida…
¿Estás dispuesta a renunciar a la vida en las ciudades? Nosotras no. Tomemos las calles. Recuperemos la ciudad.