Estos últimos días han aparecido en el diario Levante informaciones sobre el arranque de un proceso participativo para cambiar la ordenanza de circulación y transportes. La segunda noticia me gustó por la manera tan clara con la que abordó el tema nuestro compañero Fernando Mafé y me sorprendió por el rigor con que el periodista supo plasmarla. Pensé que no había que desaprovechar semejante mensaje y había que darle entrada en esta web y reflexionar sobre este importante tema del que ya hicimos una valoración hace años.
Cuando hace más de 25 años empecé con esto, y me refiero con esto a dedicar mi tiempo a promocionar la bicicleta como un medio de transporte económico, saludable y sobre todo RACIONAL, no me imaginaba las resistencias y el odio que podría llegar a despertar. Con el tiempo, me he dado cuenta que los sentimientos primarios están muchas veces lejos del raciocinio, que no hay razones “objetivas” o tal vez sí, pero que también hay razones “interesadas” (casi siempre por cuestiones económicas) que promocionan maneras de pensar que son asumidas por muchas personas sin pasar por ningún tipo de filtro del pensamiento crítico. Me dí cuenta que junto con la tolerancia convive el germen de la intolerancia (por ejemplo la de aquellos a los que les importas un pito, que les da igual lo que pienses o si vives o te mueres pero que tienen la obsesión de obligarte a ponerte un casco porque “salva vidas” o peor aún con el argumento economicista de que le cuestas dinero a la seguridad social, obviando que lo que sí salva vidas de verdad y ahorra muchísimo dinero a la seguridad social es que casi todos y todas fuéramos en bici y no en vehículos peligrosos como coches, camiones y motos).
Hace más de 25 años esa gente te veía de manera más o menos simpática, eras un friki ecologista, un flower power que pasaba desapercibido en la jungla urbana. Incluso hasta hace muy bien poco, la bici era un vehículo a reivindicar por periódicos como Las Provincias. Pero hoy, en que somos muchos y muchas los que nos hemos ido sumando a la racionalidad de la movilidad sostenible empezamos a molestar. Hay quienes no nos ven con buenos ojos pues ven trastocados sus intereses económicos, pero hay quienes no los tienen pero les siguen el juego. Hay simples ciudadanos que ven la bicicleta como un problema y no como una solución porque ha pasado de ser invisible a estar presente todos los días en la vida de la gente. Nos perciben como moscas cojoneras de final del verano en vez de como flores que salen tras las lluvias de primavera, pero el hecho es el mismo, la irrupción tras mucho tiempo desaparecidas. En vez de mirar con altura de miras y llegar a la conclusión de que una ciudad con bicicletas en vez de coches sería una ciudad más segura, menos contaminada y ruidosa, más saludable para todos y todas, solo alcanzan a ver que algunos de sus usuarios y usuarias van por las aceras y se saltan los semáforos, no llevan casco, no pagan impuesto de vehículos, ni llevan matrícula… Y sin embargo, no protestan por el ruido que sufren a diario, la mierda de aire que respiran todos los días, ni los accidentes y muertes que producen los vehículos a motor. Eso, está más que asumido.
Ahora, vamos a comenzar la segunda fase de un proceso participativo sobre las “Normas” que deben regir la movilidad en nuestra ciudad y ya, en la primera fase, a vuelto a salir lo del casco (para ciclistas claro , pero no para automovilistas y peatones) y algo más novedoso: la de prohibir la circulación por áreas peatonales en bicicleta. Todo el mundo sabe lo que pensamos sobre el casco (que no difiere de lo que ocurre en el resto de Europa y la mayor parte del mundo) también lo que pensamos sobre los derechos del caminante (por eso estamos en contra de que se circule con vehículos de cualquier tipo por las aceras) pero creemos que se puede compatibilizar la bicicleta con el andar en determinados espacios si se circula con respeto y precaución como ocurre también en la mayor parte de las ciudades del resto de Europa. Como una ley u ordenanza no se puede basar en el comportamiento individual de las personas (ciclistas, conductores o peatones irrespetuosos) sino en valores generalizables, vamos a tratar no solo de que no se legisle con semejantes propuestas que no tienen parangón en Europa, sino que además vamos a intentar que la bicicleta tenga dentro de los vehículos un trato preferente (como lo está empezando a tener en la planificación desde hace dos años) por sus cualidades intrínsecas.
Antonio Llópez Moreno